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Por falta de tiempo y por razones personales seguiré escribiendo en el blog de manera esporádica.

miércoles, 26 de abril de 2017

Explorando la cueva de Tepehican



Las cuevas y cavernas han sido de los lugares mas buscados y usados por el ser humano desde épocas muy remotas, ya sea como habitación, cementerio o lugar de ritos. En la época prehispánica se pensaba que las cuevas eran fauces de serpientes gigantes y por eso se les representaba como una derivación de ellas, probablemente de esta tradiciones vengan las leyendas de serpientes que habitan en estas oquedades.








Nuestra región tiene características geológicas especiales de naturaleza marina y volcánica, que permiten la existencia de numerosas cuevas en la zona, una de las mas grandes es la que se encuentra en Tepehican que como su nombre indica, esta detrás del cerro. Pueblito de raíces indígenas donde aun es posible oír el tejuatzin y el tsinoke de los saludos en náhuatl, ver lomerios sembrados de maíz criollo, oír el paso del agua de manantiales de agua dulce y sentir el aire desde sus miradores.



Mirador del Cerro Cabezón.



Llegar a esta comunidad es fácil desde Tlatlauquitepec, bien a pie por Huaxtla o en transporte colectivo, no hay pierde.


Esta cueva siempre fue esquiva para mi, bien por falta de tiempo o por mala suerte no había podido explorarla. Supe su ubicación gracias a una amiga que días antes la había visitado, se encuentra realmente cerca de la carretera.

Mi interpretación del glifo basado en el códice Mendoza.

Sabiendo el área en donde se encontraba, me decidí junto con mis dos hermanos a explorarla, el ultimo sábado de vacaciones de semana santa fue el día escogido, solo íbamos armados con unas botellas de agua y dos jicamas para calmar la sed que como se sabe ataca a los caminantes.

¡En Marcha!


8 de la mañana, el día esta fresco y nos permite caminar sin sentir los rayos del sol sobre nosotros, tomamos una combi de la ruta 5 que va para Zacapoaxtla, bajamos en la ermita de la virgen de Guadalupe que se encuentra sobre la carretera y aun lado del camino hacia el cerro Cabezón. Ya ahí nos encontrábamos un poco confundidos hacia donde seguir, sabíamos que la cueva no se encuentra en el cerro Cabezón, sino en un sendero que a mano izquierda hace una “Y” con la carretera.

Caminamos por este sendero que se encuentra a unos 50 metros de donde nos bajamos de la combi sobre la carretera, en el no hay ningún letrero que indique la ubicación de la cueva, solo nos guiamos por lo que nos dijeron 3 personas que encontramos en el camino.

Quien nos indico el tramo final del camino fue una señora que llevaba cargando en la espalda un costal, nos dijo que ya habíamos pasado y que ya íbamos rumbo a Cuacuilco, ademas de contarnos que en Tepehican la gente teme meterse hasta el fondo de la cueva pues “se cierra y uno ya no sale”.



La ultima parte del sendero esta en declive hacia un barranco, lo primero que vemos relacionado con la cueva es el sistema de captación de agua potable, que según nos explicaron viene de dentro de la cueva y a un costado par de lavaderos. Un poco más adelante nos encontramos con la entrada de la cueva, que parece recibirnos con lozas de piedra a manera de escalones como si alguien los hubiera colocado ahí intencionalmente.



La primera parte de la cueva es muy grande, es posible entrar parado y sin ninguna dificultad, a unos 15 metros dentro se pierde visibilidad y empieza la penumbra, ¡tontos de nosotros! pues olvidamos traer una lampara, la del celular que no sirve de mucho. Y sin esperarlo se oyen unos aleteos y chillidos; veo una silueta tras mi hermano menor, el temor de lo inesperado aparece, pero se esfuma rapido despues de apuntar la lampara a esa silueta que resulta ser una roca y los ruidos solo son murciélagos que nos dan la bienvenida a su hogar.



Ya pasado el miedo momentáneo a los murciélagos y a las sombras humanoides; nuestros ojos se adaptan a la oscuridad y nuestro oído al poco ruido que hay. A lo lejos se oye una gotera, ¡claro!, este tipo de cuevas se forman por la acción del agua sobre las rocas, ahora se ve muy poca por el suelo pero seguramente en época de lluvia y antes de que esta fuera encausada para el consumo humano formaba un riachuelo que bajaba por la cañada que forma el barranco.



El suelo en tramos es difícil de caminar por las rocas que en el hay, pero todo el cuidado que tengas no evita que se ensucien los pantalones con el lodo y guano de los murciélagos.



Una de las cosas que me emocionaba de llegar a entrar en esta cueva eran las pinturas rupestres que según varios textos se hallaban en las paredes de la cueva, las únicas que logramos ver fueron las pintas modernas de la gente que visita el lugar, algo así como “te amo Julieta”, “el pájaro consuela” o “julio de 2000”; probablemente nunca existieron, están mas adentro o desaparecieron debajo de las pintas modernas.




Tal vez por lo que nos contaron acerca de que la cueva se cierra o bien por la falta de una buena lampara no entramos mas de 80 metros dentro de la cueva, decidimos dejarlo para otra ocasión donde volveremos bien equipados.





Una vez fuera, pudimos apreciar mejor el panorama, los detalles del tallado de la roca y la flora que rodea la entrada, no cabe duda que es un buen lugar para una aventura.





Afuera en el lavadero encontramos a una de las personas que nos había indicado el camino, era una señora que lavaba su ropa mientras sus hijas jugaban en el agua; nuestras dudas empezaron a ser despejadas por ella después de saludarla, nos comento que la cueva es muy larga y que si nosotros pensábamos que habíamos recorrido la mitad pues estábamos mal, que al fondo se vuelve muy pequeña y que hay un tramo en donde el agua te llega hasta el cuello y que la única persona que conoce el fondo es su esposo.



Le preguntamos si había otro sendero para salir a la carretera, a lo cual ella nos lo afirmo e indico en camino a mano derecha de la cueva. Seguimos este camino que nos lleva a orillas de la milpa y nos dirige directamente a la carretera estatal, en donde encontramos ya un letrero que indica la cueva, este sendero es mas corto que el que había tomado; ¡que tontos nos sentimos!.

ubicación del sendero.


Esta pequeña aventura no termino aquí, te invito a leer el desenlace en la próxima publicación..














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