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Fotografía del libro |
TLATLAUQUITEPEC
Quizá sea uno de esos pueblos agradables a primera vista. El largo nombre alude a las concentraciones de óxido de hierro, que tienen los cerros circundantes, sobre todo el más inmediato, que así se llama. Tatlauqui, significa simplemente: "rojo", y tepec: "cerro": "En el cerro rojo".
Su ubicación es inmejorable, realmente constituye un punto de convergencia de caminos, lo que le ha dado a través del tiempo la importancia que ostenta. Los totonacos se establecieron en las estribaciones del "Cerro Rojo", atalaya o mirador natural, que domina, en días despejados, hasta la costa.
La expansión de los nahua-chichimecas del Altiplano, llegó hasta estas tierras, desplazando hacia la zona costera a los anteriores habitantes. Los toltecas organizaron una especie de estado tributario, mismo que fue aprovechado por los tenochcas y acolhuas vancoction, hajo de quienes quedó sujeta la cabecera a partir de 1440 y hasta la curiquista eunpes
Los españoles conquistaron el área en 1524, estableciendo la encomienda al conquistador Jacinto Portillo, quien alcanzaría fama cuando renunció a todo e ingresó como franciscano, conocido como "Fray Cintos".
El primer convento seráfico en la Sierra fue el de Santa María Tatlauquitepec, establecido alrededor de 1530, de donde se inició la evangelización formal de esta zona de la Sierra. En el ámbito de tan afarmado monasterio, vivieron insignes predicadores y pensadores, como Fray Andrés de Olmos.
Todavía hoy persiste el convento, enorme, con su templo de gran atrio, muros lisos y austeros, tejado enorme. El interior fue absolutamente modificado en el siglo pasado, colocándose un artesonado distinto al original en calidad y belleza, aunque agradable
El claustro es de arcos rebajados y muy sencillo. Conserva todavía alguna ropa talar de calidad.
La población es más o menos regular en su parte central, destaca la plaza de armas muy arreglada, con sus portales, el templo votivo y la presidencia municipal. Tiene un local para el mercado regular que es pequeño, sólo los martes, como si alguien pronunciara un conjuro, aparece el gran día de tianguis, todo el pueblo es lugar de compra-venta. Las mercaderías, artesanías e implementos agrícolas, así como ganado y hasta camiones, se ponen a la oferta y la demanda.
Tlatlauqui es más un centro comercial que turístico, sin embargo ofrece al visitante el atractivo de su propia arquitectura vernácula y algunos servicios, aunque poca comodidad.
Todavía hoy persiste el convento, enorme, con su templo de gran atrio, muros lisos y austeros, tejado enorme. El interior fue absolutamente modificado en el siglo pasado, colocándose un artesonado distinto al original en calidad y belleza, aunque agradable
El claustro es de arcos rebajados y muy sencillo. Conserva todavía alguna ropa talar de calidad.
La población es más o menos regular en su parte central, destaca la plaza de armas muy arreglada, con sus portales, el templo votivo y la presidencia municipal. Tiene un local para el mercado regular que es pequeño, sólo los martes, como si alguien pronunciara un conjuro, aparece el gran día de tianguis, todo el pueblo es lugar de compra-venta. Las mercaderías, artesanías e implementos agrícolas, así como ganado y hasta camiones, se ponen a la oferta y la demanda.
Tlatlauqui es más un centro comercial que turístico, sin embargo ofrece al visitante el atractivo de su propia arquitectura vernácula y algunos servicios, aunque poca comodidad.
Fuentes:
M, E. (1995). La Sierra Magica (1.a ed.). Gobierno de Puebla.